
Eternidad de segundos contados.
Morir…
Solo para despertar inmerso en el llanto
de funestas piernas abiertas entregándolo todo;
en su corrompida y rota adolescencia.
*
Carecer de virginidad,
por la premura del mísero esquinero de oficio.
Metal brillante, frió, en cara ajena,
mientras penetra tus secretos
y los grita en el ágora,
cual maldito paparazzi.
*
Fotografía del periódico local,
de tu fría y blanca carne;
nunca oportuna en tiempo propio.
Divina para el domador perverso,
que sacude su saliva sobre ti,
al ritmo de un vaivén de infortunio y repugnancia;
para desaparecer tras la noche,
a seguir legislando las leyes que rigen
las buenas costumbres de ese maldito país.
*
La cara del algún prócer
siempre comprara conciencias.
y es mejor vivir con la vagina empapada en asco
que en humillante repetición:
De aquel llanto, la primera
Y de la puta más cara, la justicia, la segunda.
*
Ese maldito de oficio,
que luego de tocarte, impuro,
besa la cara de su hija de 4 años;
acaricia la mejilla de su mujer,
y juega el rol del padre estelar,
del esposo fiel.
*
Aquel que se pasea en tribunas
y paga su renta puntual.
Digno exponente del contribuyente ejemplar.
Basura disfrazada de gente.
Aunque al final ambas palabras suelen ser lo mismo.
*
Y tú, gracias a su cortesía,
te conviertes en cortesana obligada de este “parco” planeta.
A pesar de mi absurda creencia de que algunas pocas letras
pueden cambiar a este muladar llamado mundo.
¿Acaso pueden estas letras resecar el asco que empapa tu alma?
Anthony D. Madrid-Dupuis
24 de julio de 2008